Nos avisa el fondo monetario internacional (fmi) en su último informe que las perspectivas para el sector inmobiliario tienen más sombras que luces, y pronostica que la crisis no remitirá a corto plazo pudiendo llegar a durar hasta ocho años más. Y es que como nos recuerda el fmi el dobredimensionado mercado inmobiliario, consecuencia del boom 2000-2007, nos ha dejado como herencia considerables excedentes de viviendas sin vender, hipotecas cuyo monto supera el valor de la vivienda y numerosa mano de obra que no ha sido absorvida por otros sectores, lo cual mantendrá la tasa de desempleo en niveles altos y de rebote una escasa demanda en la adquisición de viviendas.
Nos advierte el fmi que en muchas regiones del mundo, el sector inmobiliario será un lastre que frenará la reactivación económica a corto plazo y seguirá constituyendo un riesgo para la estabilidad de los bancos. Y añade que en países como Irlanda o España el crecimiento será más lento debido al gran auge que tuvo la construcción durante los años del boom, con un acceso muy fácil al crédito y un alza desproporcionada de los precios, lo que acabó degenerando en un sector de la construcción desproporcionado que lo llevó a convertirse en el motor de la economía.
Si en 2006 el peso de la construcción en la economía española era del 12% cuando en el resto de la zona euros no llegaba al 7% de media, lógicamente el pinchazo de la burbuja inmobiliaria iba a tener efectos más severos aquí que en el resto de paises industrializados sobre la producción, el crecimiento y el paro. Y es que cuanto más se sube, más dura será la caída.
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